La primera pregunta que debemos hacernos es, ¿cuál es el motivador de esta publicación?
Me preocupan esencialmente tres cosas:
- Entender bien dónde están los límites entre mis deberes y mis derechos.
- Que todo el mundo se haga estas mismas preguntas.
- Lograr que el debate nos ayude a proteger los intereses de los ciudadanos y fomentar la armonía y la convivencia.
En una sociedad donde, como ciudadanos, no tenemos claros cuáles son nuestros deberes y cuáles son nuestros derechos, la probabilidad de que se nos retire un derecho injustamente es elevada.
Deberes y Derechos, Derechos y Deberes, son una relación indisociable. Es decir, tenemos ambos, no solamente unos u otros. Por ello es especialmente importante comprender dónde están las obligaciones a las que estamos encadenados por unos y por otros.
Y, siempre, recordemos que todos estamos atados por ellos: no sóla y exclusivamente los ciudadanos. El Gobierno, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE), los medios de prensa y el sector privado —los poderes—, también están obligados.
Como consecuencia de estos deberes y derechos está la convivencia: vivimos una época en la que, aquellos que deberían estar fomentando la armonía y la convivencia entre ciudadanos diversos, se centran en la polarización y la división.
Una premisa raíz en todo lo que escribamos será que no podemos elegir al vecino de la puerta de al lado y, sin necesidad de estar de acuerdo con sus ideas, podemos convivir y ser cordiales. Como mínimo.
Hay que recuperar esa esencia de querer convivir con quien es diferente a nosotros.
